Leo el periódico oficial, Granma, y para mi sorpresa encuentro, en su sección de información nacional, un artículo sobre la reorganización de los "parqueadores" de automóviles, en el que se exigen papeles, inspectores y delimitación de responsabilidades.
Evidentemente el tema les parece transcendental, utilizan 2 páginas completas de las 16 que tiene el periódico y dedican "un equipo de reporteros" a una investigación que incluye "un recorrido por no pocos parqueos de la ciudad, en diferentes horarios".
Claro que yo no soy quién para definir la línea editorial de Granma, la dirección del periódico es muy dueña de seleccionar las noticias que estime como más importantes para publicar, aquellas que despiertan el mayor interés de sus lectores.
Sólo toco el tema porque el artículo me parece una verdadera clase de economía cubana, cuando nos explica que "los parqueos y 'parqueadores' son chequeados por un sistema integral de inspectores del Estado que abarca esta y otras actividades económicas".
Pero como no basta con los inspectores "la Empresa (provincial de aseguramiento a los servicios) ha dispuesto también un grupo de especialistas propios para comprobar su funcionamiento. Pero la gestión que realizan unos y otros resulta insuficiente".
En pocas palabras, que hacen falta más inspectores para vigilar a los inspectores que ya vigilan a las personas que cuidan automóviles en las calles: es que resulta imprescindible comprobar si lo que cobran a cada automóvil -entre US$0.04 y 0.25- lo recibe el Estado o va a parar a sus bolsillos.
El equipo periodístico de Granma convoca a todos los ciudadanos a una campaña para solicitar los recibos y "exigir que en el tíquet aparezca, además de la tarifa, la hora de entrada al parqueo para luego efectuar el cobro como está indicado".
Evidentemente piensan que esta debe ser la principal preocupación de la ciudadanía, más aún por cuanto "hay manifiesto engaño a los consumidores. El equipo de reporteros detectó, además, que en varios parqueos se ofrece el servicio de lavado del auto", esto último parece que es muy grave.
Pero no sólo tienen que dar tíquets y tener un contrato oficial para lavar automóviles, además tienen que ser elegantes, "los parqueadores deben tener una imagen adecuada. No basta con usar un chaleco rojo para ser identificados; están en la obligación de lucir correctamente".
La respuesta me la dio un parqueador: "que me digan dónde está la tienda de ropa que vende en pesos cubanos y a precios que yo pueda pagar con lo que gano aquí", no es mala idea porque así todos los cubanos podrían renovar su guardarropa.
Termina el artículo aclarando que corresponde a la Empresa Estatal solucionar estos y otros problemas y, como no podía ser de otra forma, con una consigna: "Indisciplinados, guillados, oportunistas... no pueden quedar impunes en nuestra sociedad".
Muchas veces se critica la ineficiencia del aparato estatal cubano pero verdaderamente no es para menos si se tiene en cuenta que además de la energía, la salud pública y la educación, debe encargarse de controlar que los parqueadores entreguen los tíquets.
Pero si sólo fueran los parqueadores las cosas se podrían solucionar con facilidad. El problema es que también hay que organizar, inspeccionar y vigilar a los que venden pan con lechón en las calles y a los carritos de "granizado" (hielo molido con siropes) entre otros.
La burocracia crece porque crece la corrupción y hay que poner "especialistas" para controlar que los inspectores no se pongan de acuerdo con el trabajador y repartan entre ellos las ganancias -unos pocos pesos- que le corresponden al Estado.
“Hoy el papel del periodista no es decir la verdad, sino mas bien interpretar lo que cree ver como tal” (Abel Desestress)
sábado, 16 de agosto de 2008
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